Leyendo Hyperion, de Dan Simmons...
¿Qué tienen que ver Hyperion
y Sísifo?
En principio, prácticamente nada.
Es lógico que así sea, pues... ¿qué habrían de tener en común una novela de
ciencia-ficción contemporánea y una figura mitológica de la antigüedad? La
conexión es casi inexistente. Un hilo delgado y sutil que se desvanece si
tratas de aprehenderlo. Apenas nada. De hecho, unas cuantas palabras. Una única
frase. Y el puente que gracias a ella a trazado la destartalada mente de este
aprendiz de juntaletras.
¿Pero qué o quienes son Hyperion
y Sísifo?
Sísifo fue un personaje de la
mitología griega. Fundador y rey de Corinto, fue el padre de Odiseo (o Ulises).
Intentó burlar a los dioses, pero estos lo castigaron. En el inframundo, Sísifo
fue obligado a empujar cuesta arriba una enorme piedra por una empinada ladera,
pero justo antes de alcanzar la cima, la piedra siempre rodaba colina abajo y
Sísifo tenía que empezar de nuevo a empujarla. Así por toda la eternidad.
Dan Simmons es un escritor estadounidense de ciencia-ficción,
fantasía y terror. Su obra más famosa y que le proporcionó reconocimiento a
nivel mundial fue Hyperion, publicada en 1989 y ganadora de los
prestigiosos premios Hugo, Locos e Ignotus. A esta novela, que no tardó en
convertirse en uno de los grandes clásicos contemporáneos de la
ciencia-ficción, le siguieron luego tres más que constituyen la saga de Los
Cantos de Hyperion. La saga recibe su nombre del poema épico inacabado
Hyperion (1818), de John Keats, y la novela contiene numerosas referencias al
romántico poeta británico.
En la novela, que transcurre en
un futuro siglo XXVIII, en el que la humanidad se ha extendido por toda la
galaxia, dando lugar a la Red de Mundos, y la Tierra no es más que un lejano
recuerdo. Siete peregrinos se dirigen al planeta Hyperion, a punto de ser
atacado por las hordas de unos seres exteriores a la Red conocidos como éxters.
Allí se enfrentarán a una criatura imposible, el Alcaudón, o Señor del Dolor,
que algunos consideran una deidad y otros un avatar del inminente fin de la
humanidad.
Durante el viaje, y siguiendo una
estructura narrativa similar a la de Los cuentos de Canterbury, el Decamerón
o Las mil y una noches, cada uno de los siete peregrinos explica a los
demás su propia historia y las razones que lo llevaron a tal extraña y letal
peregrinación.
Uno de esos peregrinos es Martin
Silenus, poeta centenario, alcohólico, sátiro y medio loco que está convencido
que ha sido su propio poema el que ha dado vida al apocalíptico Alcaudón, al
que considera su musa, aunque ello haya provocado una ola de asesinatos
violentos y esté a punto de aniquilar a la humanidad.
Mientras cuenta su desquiciad
historia, Silenus hace algunas referencias al oficio de escribir, que imagino
son reflexiones del propio Dan Simmons sobre la creación literaria en
particular. En una de esas reflexiones, el personaje de Silenus dice:
… ningún libro o
poema se concluye, sólo se abandona.
La idea quizá no sea original de
Simmons, pues aparece como cita de otros autores. Pero sea quien sea el primer
autor que la puso por escrito, es absolutamente cierta. Los que nos dedicamos a
la inefable tarea de reunir palabras para crear historias sabemos que esas
palabras expresan una de esas leyes universales a las que es imposible escapar.
Cuando por fin se ha dado a luz a
ese primer borrador de la novela, llega una de las etapas más arduas y más
placenteras del proceso de escribir: las revisiones.
Siempre hay algo que modificar,
que cambiar, que añadir o que eliminar. Un nuevo personaje secundario que
introducir para redondear la historia, un capítulo en el que cambiar la
ambientación, una descripción que resumir, una coma que desplazar. En cada
revisión encuentras algo nuevo que poner o quitar. Si no tienes cuidado, quedas
atrapado en la espiral de tu propia creación, pues una novela siempre puede
crecer hasta el infinito.
Así que llega el momento en que
hay que decir, ¡se acabó! Hasta aquí llegó esta historia. Y empiezas a escribir
la siguiente.
Si no, acabarías tan loco como el
pobre Martin Silenus.