Hace
ya algunos años que, por pura casualidad, vi una curiosa película titulada Idiocracia (Idiocracy en el inglés original).
Se
trataba de una comedia cinematográfica del año 2006 que, en clave de humor,
realizaba una dura y cínica crítica a la cultura norteamericana, a la que
retrata como antiintelectual, insensible a los problemas medioambientales,
entre- gada a un consumismo desbocado, saturada por el márquetin, dominada por
las grandes corporaciones y adicta a la comida basura.
La
película cuenta la historia de Joe Bauers, un soldado del ejército de los
Estados Unidos que no era precisamente el más espabilado de todos. Como su muerte
no supondría una gran pérdida para el ejército, es seleccionado para hacer de
conejillo de indias en experimentos militares sobre hibernación con los
soldados. Pero el jefe científico a cargo del proyecto es arrestado por un
escándalo de prostitución, la base militar clausurada y el experimento
olvidado, sin que nadie se preocupe de descongelar al desdichado héroe.
Joe
Bauers, junto con una prostituta que también participó en el experimento, se
quedaron allí, en las ruinas del laboratorio, durmiendo el sueño de los
infelices, hasta que son descongelados por puro accidente 500 años más tarde.
Los
protagonistas se despiertan para encontrar un futuro distópico, en el que la
selección natural no ha favorecido a los más inteligentes, sino a los más
tontos. Durante siglos, la gente culta e inteligente apenas tuvo hijos,
mientras que todos los papanatas traga-hamburguesas se reprodujeron como
conejos. Eso ha dado lugar a una humanidad idiota, ignorante y retrasada.
En
un mundo así, Joe se convierte en el hombre más inteligente del planeta y el
único que puede salvar a la humanidad del desastre.
En
una de las primeras escenas de la película, poco después de que nuestro héroe
se despertase en ese futuro de idiotez rampante y campante, se mete en un cine
para ver la película más taquillera del momento. La peli se titula «Culo», así,
a secas, y consiste en un primer plano de un culo, durante 90 minutos, con
alguna ventosidad ocasional. La peli arrasó en los Oscar de ese año, el 2505, donde
ganó incluso el Oscar al mejor guion.
Aquí
se puede ver dicha secuencia de la película:
Idiocracia no será la mejor
película de la historia, pero lanza un mensaje que te hace pensar en el camino
trazado por la cultura actual. Aunque se centra en la sociedad estadounidense,
sus premisas son aplicables a cualquier país occidental de la actualidad,
incluidos los futboleros y telecinqueros de nuestra piel de toro.
La
película tuvo cierta controversia durante su estreno, y la productora decidió
darle muy poca publicidad e hizo una distribución muy limitada en los USA.
Nadie dio explicaciones al respecto, pero todo apunta a que el tono despectivo
y crítico hacia la cultura norteamericana podo haber levantado alguna ampolla
que otra. Además, le película entraba de lleno en un tema más bien polémico: la
disgenesia.
La
disgenesia es el término puesto a la eugenesia, término este
último que hace referencia a la mejora de los rasgos hereditarios de los seres
humanos mediante métodos selectivos de reproducción, en los que se seleccionase
a las personas más fuertes, sanas e inteligentes. La eugenesia ha sido tachada
de inmoral y pseudocientífica, y ha sido usada y abusada por algunas ideologías
de pésimas consecuencias en nuestra historia más reciente.
Por
el contrario, y desde un punto de vista biológico, la disgenesia supondría la
selección de variables genéticas negativas. Se ha utilizado para hacer
referencia a la reducción de la presión de la selección natural sobre el hombre
actual. El hombre primitivo vivía en un ambiente duro y hostil, que le obligaba
a aguzar el ingenio para poder sobrevivir. Pero en la sociedad tecnológica
actual, los seres humanos ya no sufren esta presión, con lo que ya no se
selecciona a los mejor capacitados y, en conjunto, se produce una disminución
de la «calidad» del acervo genético de la especie. Una idea también muy dada a
la controversia y al debate.
Terrenos
escabrosos donde los haya.
En
los clásicos de la ciencia ficción, como 1984 y Un mundo feliz, se
nos retrata un futuro distópico, oscuro, canalla y terrible; donde la parte más
negativa del ser humano ha alcanzado su culmen.
Pero… ¿y si el futuro de la
humanidad fuese más idiota que cruel? ¿Más incoherente que despiadado?
Buena
cuestión para rascarse un rato las meninges.
Pues
estaba yo el otro día navegando por esos mundos de internet cuando me topé con
esto:
Un
vídeo de 20 segundos, titulado Flatulencia
bajo el agua (Underwater Flatulence) en el que se
puede apreciar exactamente lo que el título reza: un culo bajo el agua
soltándose un pedo. Eso sí, grabado a cámara lenta (120 fotogramas por segundo)
y con música operística de fondo.
Por
supuesto, el vídeo tiene ya millones de visitas.
Incluso
hay por ahí algún artículo que alaba y
ensalza las virtudes artísticas del vídeo y de su autor. Las alabanzas aluden
al sentido de libertad que invoca el vídeo, al uso histórico del pedo como
vehículo de la sátira, a la falta de censura de la obra y al hecho de recurrir
a un humor puro y desnudo, sin ataduras creadas por el pudor, la vergüenza o
los convencionalismos sociales.
La
verdad es que el vídeo es bonito. Resulta estéticamente agradable y, dado la
temática del mismo (todo lo relacionado con los cuescos hace reír), mueve a la
risa y al humor. Y ya se sabe que la risa y el humor siempre conllevan un
aumento del bienestar.
En
resumen, que el pedete bajo el agua resulta simpático, sin lugar a dudas. Los
argumentos en su favor no son fáciles de refutar.
Cuando
acabé de ver el vídeo por primera vez se me quedó la consabida sonrisa
bobalicona y satisfecha en la cara.
Pero
entonces recordé la escena del culo en la peli Idiocracia.
En
ese momento sentí en las entrañas una punzada de desasosiego que a punto estuvo
de convertirse en un conato de puro terror.
¿Habremos
comenzado ya el camino hacia la disgenesia?
¿Soy
más tonto que mis ancestros?
Cuestiones
de lo más inquietantes.
Y
tú, querido lector, ¿consideras que la humanidad bien vale un buen pedo?