jueves, 3 de noviembre de 2016

El cementerio tras el Desastre

Conducían en dirección norte-noroeste, cuando ante ellos apareció lo que desde lejos parecía una extraña plantación. Era un terreno ondulado, de tierras despejadas, de color pardo, salpicadas por encinas, matas de retama e hiniesta y algún que otro eucalipto. De vez en cuando, una cortijada blanqueaba a lo lejos. A la derecha, desde la carretera el terreno se elevaba con suavidad, formando una prolongada loma completamente libre de árboles y matojos. Casi la totalidad de la loma estaba ocupada por hileras bien alineadas de raros arbustos de poca alzada y color blanco.
Cuando llegaron a la altura de la extraña plantación, pudieron ver de qué se trataba en realidad. Duncan redujo la velocidad casi hasta pararse. 


—Son cruces —exclamó Earwyne.
—Toda la maldita colina está llena de cruces.
—Alguien se preocupó de enterrar a los muertos del Desastre.
—Sí. Alguien se dedicó a cavar un enorme cementerio en mitad de la nada —replicó Duncan.
—¡Mira! Hacia la derecha.
—¡Joder!
Duncan se aproximó todo lo que pudo al borde de la carretera y detuvo el vehículo. Durante unos minutos, contemplaron en silencio el inusual campo de tumbas.
Las cruces empezaban hacia la derecha de la loma, casi al borde de la cuneta. Conforme el cementerio iba extendiéndose hacia la izquierda y colina arriba, las cruces eran sustituidas poco a poco por meras planchas verticales pintadas de blanco. En el borde izquierdo ya no quedaban cruces, sólo planchas. Tanto cruces como planchas tenían un aspecto burdo, como hechas con cualquier trozo de madera al alcance de la mano, pintadas de blanco con prisas y sin demasiado cuidado. En ninguna aparecía nombre alguno o fecha.
—Una sola persona no pudo haber enterrado a tantos —dijo Earwyne—. Debieron de ser varios, lo más probable es que no fuesen siempre los mismos. Conforme el cementerio fue creciendo, dejaron de poner cruces. Se limitaron a colocar esos tablones pintados. 


—Perdieron su religiosidad —dijo Duncan con aire de pesadumbre.
—Dejaron de usar cruces. Curioso
—Ya no hay dios en el mundo.
Earwyne volvió la cabeza en el asiento del copiloto y clavó la mirada en Duncan.

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Extracto de Ragnarök, la novena transición, la nueva novela de Juan Nadie.
Estará disponible el próximo 17 de noviembre. 


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