jueves, 8 de septiembre de 2016

PALABRAS PARA PENSAR - ¿masa crítica o el ombligo del mundo?


Leyendo Dafne desvanecida, de José Carlos Somoza…


José Carlos Somoza, a quien ya he mencionado antes en este blog,  es un reconocido y galardonado escritor español y uno de mis autores favoritos. La elegancia y la aparente sencillez con la que maneja las palabras hace que la lectura de sus obras sea un verdadero placer (a la vez que, como escritor aficionado, me corroa la envidia). Eso sin contar con la prodigiosa imaginación y originalidad que muestra en las tramas argumentales de sus novelas.

Uno de los temas de fondo que parecen ser muy recurrentes en sus obras es la metaliteratura, que se supone que es la literatura que habla de la literatura, pero que en realidad da para mucho más. Un sorprendente e intrincado universo que se enrosca sobre sí mismo y en el que Somoza es capaz de hacer malabarismos de una forma magistral.


Uno de los ejemplos más preclaros es Dafne desvanecida, novela finalista del Premio Nadal en el año 2000. En esta obra, Somoza riza y el rizo de la metaliteratura y, con un sentido de humor fino e incisivo como un bisturí, nos ofrece a los lectores una visión del mundo literario y editorial que no estamos acostumbrados a contemplar. El protagonista es un escritor, o bien uno de sus personajes, o más bien el escritor es el personaje del personaje, o algo así. Mi explicación queda un poco confusa, pero la novela no lo es en absoluto. Al contrario, es sumamente entretenida. En ella también aparecen otros personajes del mundo literario, a cada cual más estrambótico: un editor ciego, un detective literario, una musa para escritores que se alquila por horas, una escritora demente enamorada de su personaje más popular... 

Lo dicho, un universo sorprendente y fascinante con un final que… 

Bueno, si te interesa, te lo lees. Que esto no es una sinopsis ni una reseña. 

Lo que quiero señalar aquí es la perla de pensamiento que encontré en boca de uno de los personajes de esta estupenda novela:

«Porque los escritores de la antigüedad podían permitirse el lujo de ser cisnes solitarios, pero ahora son legión, como el demonio bíblico. Pertenecen al enjambre, a la plaga…» 




¿Somos un enjambre?



¿Somos una plaga?



 




Como escritor autoeditado, autopublicado, inédito y desconocido, me muevo, como tantos otros en la inefable red de redes, en círculos afines a mi afición. Blogs de otros escritores «indies», blogs sobre literatura, sobre reseñas, sobre libros, grupos en las redes sociales de escritores aficionados, páginas web de autopublicación, lugares virtuales donde colocar tus relatos y tus novelas (con la dolorosa esperanza de aguardar a ver si alguien se anima y me lea), y demás lugares virtuales por el estilo. 


Pues sí, la verdad es que parecemos una plaga. Te das una vuelta por internet y da la sensación de que debajo de cada piedra acechan varios autores a la espera de esa ansiada oportunidad que les traiga fama y gloria (perdón, que nos traiga fama y gloria). Empieza uno a preguntarse si no seremos ya más escritores que lectores. Eso explicaría porque no vendo un colín. Claro que eso también supone que la inmensa mayoría de nosotros jamás saldremos del anonimato y la miseria.



Perra vida, ya lo decían los ancianos de la tribu.


Sin embargo, se me ocurre otra idea a colación de lo anterior.




Los escritores, por lo general, somos individuos con unas ciertas inquietudes intelectuales, artísticas, creativas y estéticas. Sin olvidarnos de una cierta formación necesaria para manejar los útiles de la escritura. O al menos deseos de adquirir y mejorar dicha formación.

Entonces… si tantos escritores somos, ¿no significaría eso que en la sociedad debería tener un marcado carácter creativo y cultural? ¿No deberíamos suponer la suficiente masa crítica para que los programas televisivos sobre literatura, los certámenes literarios, las conversaciones de café sobre diversos autores y las presentaciones de obras recién publicadas fuesen eventos populares y multitudinarios?


Las pocas veces que enciendo la televisión o leo el titular de algún periódico me parece que eso no es así para nada. Yo más bien diría que la sociedad actual camina justo en la dirección opuesta.


Entonces… ¿somos legión o sólo cuatro locos que sólo saben mirar a su propio ombligo y al ombligo de los otros cuatro locos a los que también les pone este vicio de la escritura?

Aún no he encontrado la respuesta. La verdad es que me da un poco de miedo encontrarla.

¿La sabes tú?

2 comentarios:

  1. Hola Juan. Muy buen artículo. Es cierto que, cuando uno navega por la red, en apariencia se encuentra con una gran cantidad de gente que escribe, pero esto pasa porque siempre que buscas sobre un determinado tema te encuentras con mucha gente interesada en lo mismo (salvando excepciones. Esto es como la mar, está llena de peces, pero luego depende qué sea lo que tú buscas. Hay mucha gente que escribe, sí, después está la gente que escribe bien, la que lo hace aún mejor, y la que tiene un gran potencial por descubrir. Mis mejores deseos para la etapa en la que te encuentres.

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    1. Como bien dices, los que estamos interesados en algo, siempre acabamos encontrándonos con aquellos interesados en ese mismo algo. Todos tendemos a formar círculos y acercarnos a aquellos con intereses afines.
      Gracias por leer y comentar.
      Un saludo,

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