Como
su propio nombre indica, un microrrelato es una
construcción narrativa de pequeña extensión. Es decir, breve, muy breve. Un
relato diminuto. Uno o dos párrafos, una página como mucho. Se ha demostrado
que existen microrrelatos de una sola frase. Incluso se cuenta que una vez se escribió un
microrrelato compuesto de una única palabra.
No
me voy a poner aquí a divagar sobre lo que es o debería ser el microrrelato,
sobre sus virtudes o defectos, o su influencia sociopolítica en la
transustanciación de la prima de riesgo. Ya hemos hablado aquí
de este tema y otros muchos mejores que yo ya lo han hecho antes. Si quieres
saber más sobre el microrrelato, búscate la vida.
Lo
que sí te voy a contar es que los microrrelatos, como todas las criaturas
literarias, son entidades con vida propia. Este es el caso del escrito que
puedes leer a continuación.
Nació
como un microrrelato de tan sólo dos frases y menos de 100 palabras, pero
empezó a crecer, y crecer, y crecer, y acabó convirtiéndose en una novela que,
lógicamente, se tituló Tras el último destello.
EL ÚLTIMO DESTELLO
A pesar de lo que dice la popular
leyenda urbana, el hombre de gris no vio pasar su vida entera delante de sus
ojos justo un segundo antes de morir. En el postrero instante de su existencia,
cuando giró la cabeza y vio el camión fuera de control que se abalanzaba sobre
él y que lo aplastó contra la acera, la mente del hombre de gris se llenó por
completo con un único pensamiento: ¡La jodimos!
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