jueves, 11 de mayo de 2017

¿Leer libros en formato lectrónicos es respetuoso con el medio ambiente?

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Traducción al español del artículo «Are reading eBooks on e-Readers environmentally friendly?» publicado en inglés el 21 de abril de 2017 en el blog Good e-Reader por Michael Kozlowski.
No hay ánimo de plagio, ni de lucro, en esta traducción, sino de respeto y admiración. El artículo me pareció lo bastante interesante como para decidir que merecía la pena traducirlo y ponerlo así al alcance de aquellos amantes de la escritura y la lectura que no dominan la bella lengua de Shakespeare. Espero que ni Michael Kozlowski ni GoodEreader se enfaden por ello (si alguna vez llegan a saber de mi existencia, claro).
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El Día de la Tierra es este sábado [por el pasado 22 de abril] y muchas personas probablemente estarán leyendo un nuevo libro electrónico en su lector Kindle para promover la reducción de emisiones. Se cree que, en general, los libros electrónicos son respetuosos con el medio ambiente, pero esto no es necesariamente el caso. Todo es cuestión de cuánto lees.

Tanto el papel como los lectores electrónicos producen diversos tipos de contaminación y de residuos que son muy diferentes. Con los lectores electrónicos, la principal fuente de contaminación es la fabricación de la batería y la pantalla. La producción de baterías recargables y componentes de computadora tiene un impacto medioambiental muy grande.

La producción y el uso de papel tiene una serie de efectos adversos sobre el medio ambiente que son conocidos colectivamente como la contaminación del papel. Los molinos de pulpa contribuyen a la contaminación del aire, del agua y de la tierra. El papel desechado es un componente importante de muchos vertederos y representa alrededor del 35% de los residuos sólidos municipales. Incluso el reciclaje de papel puede ser una fuente de contaminación debido a las aguas residuales producidas durante el desentintado. La fabricación y distribución del papel para los libros son, decididamente, actividades no verdes.

Los lectores electrónicos requieren baterías y pantallas complejas, lo que supone la mayor parte de su «huella de carbono»  [totalidad de gases de efecto invernadero emitidos en el proceso]. Para fabricar estas baterías y pantallas, las empresas necesitan dedicarse a la minería de minerales no renovables, como la columbita-tantalita, que a veces proviene de regiones políticamente inestables como el Congo. Y los expertos no parecen estar de acuerdo en si estamos en riesgo de agotar el suministro mundial de litio, el elemento vital de la batería del lector electrónico.


Emma Ritch investigó recientemente la historia sobre la huella de carbono de un lector Kindle frente a los libros de bolsillo. Como conclusión escribió: «Se producen aproximadamente 168 kg de CO2 a lo largo del ciclo de vida del Kindle, mientras que se producen 1.074 kg de CO2 si compras tres libros al mes durante cuatro años; y hasta 26.098 kg de CO2 si compras la cantidad de libros en papel equivalente a la máxima capacidad del lector electrónico. Los lectores [humanos] menos frecuentes atraídos por la disminución de los precios aún pueden reducir la huella de carbono equivalente a 22,5 libros durante la vida del dispositivo».

El Grupo Cleantech [una compañía que apoya el desarrollo de tecnologías límpias] argumenta que la industria del lector electrónico puede tener un impacto significativo una vez que las personas empiecen a hacer la transición de los medios impresos en masa: «Un usuario que compra menos de 22,5 libros al año necesitaría más tiempo para neutralizar las emisiones resultantes del lector electrónico, y aún más para ayudar a reducir las emisiones atribuidas a la industria editorial», según el estudio.

Nick Moran, de The Millions, tenía una perspectiva interesante: «Las emisiones y la basura electrónica de un lector electrónico pueden incrementarse si se profundiza en los recursos utilizados: la electricidad necesaria en los centros de datos de Amazon y Apple; la infraestructura de comunicación necesaria para transmitir archivos digitales a través de grandes distancias; la incesante necesidad de recargar o reemplazar las baterías de los lectores; los recursos necesarios para reciclar un dispositivo digital (en comparación con lo fácil que es reciclar un libro); el envasado y el correo físico de los dispositivos digitales; la necesidad de reemplazar un dispositivo cuando se rompe (en lugar de reemplazar un libro cuando se pierde); el hecho de que cada usuario de libros electrónicos requiere su propio dispositivo electrónico (mientras que los libros impresos pueden ser prestados cuando sea necesario desde una biblioteca); el hecho de que la mayoría de los dispositivos digitales se fabrican en el extranjero y por lo tanto se transportan a través de los océanos».

El argumento de libro frente a lector electrónico realmente se centra alrededor de las emisiones de CO2 y la producción de residuos involucrada en todo el proceso. Una de las facetas que la mayoría de la gente no considera es el agua. Las industrias de periódicos y editoriales consumen 153.000 millones de galones de agua al año, según la Iniciativa de Prensa Verde (una iniciativa sin fines de lucro). Se consumen cerca de siete galones de agua para producir el libro impreso medio, mientras que las compañías de la publicación electrónica pueden crear un libro digital con menos de dos tazas de agua.


En conclusión, si el dueño de un lector electrónico lee menos de 50 libros en su lector, habrá tenido un impacto más bien leve en el medio ambiente. Una vez que rompa el umbral de los 50 libros, obendrá la insignia de «Capitán Planeta»

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Spanish translation of the article “Are reading eBooks on e-Readers environmentally friendly?published in English on April 21, 2017 at Good e-Reader blog page by Michael Kozlowski.
There is no intention of plagiarism, or profit, in this translation, but of respect and admiration. The article seemed so interesting that I decided it wat worth traslating it and thus make it availablo to those who love writing and reading but do not speak the beautiful language of Shakespeare. I hope that neither Michael Kozlowski nor GoodEreader get upset about it (if they ever come to know of my existence, of course).
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