jueves, 26 de noviembre de 2015

INANISMO — la religión cósmica

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Como mandaba la milenaria tradición desde hacía cincuenta y tres años, tras cada sesión del concilio, se procedía a la lectura del libro sagrado de la INANE: el Compafu, también conocido como los Comentarios de los Padres Fundadores.

El Compafu fue redactado ciento cincuenta años antes, lustro arriba, lustro abajo. En él, los mencionados Padres recogieron las palabras del Profeta, las comentaron, las analizaron, extrajeron las indiscutibles conclusiones, y sentaron las bases de la Santa INANE, incluyendo sus mandamientos, sus dogmas, su liturgia y su jerarquía.


En el centro de la elipse del salón de los concilios, un grupo de novicios se dispuso alrededor del atril de lecturas. Uno de ellos abrió el ejemplar cubierto de arabescos dorados y negros del Compafu, una antigualla impresa en papel que resultaba bastante incomoda de leer, pero que le daba a las ceremonias el boato y la solemnidad que estas requerían. El novicio seleccionó el pasaje que sus maestros le habían aleccionado un rato antes. La lectura duraría hora y media.

Durante ese tiempo, sus santidades conciliares aprovechaban para picar algo, escribir e-mails, visionar alguna peli o, lo más común, descabezar una siestecita en sus cómodos asientos vibratorios.

[…]
—Procedamos ahora a la oración de cierre del sagrado concilio —atronó la voz del archiarzobispo tercero, en su calidad de árbitro y maestro de ceremonias de la reunión—. Queridos hermanos, recitemos los mandamientos capitales de Nuestra Santa Madre INANE.

La milenaria tradición, al menos desde los últimos quince años, también marcaba que, tras la lectura del Compafu por los novicios, se recitaran en voz alta los ocho mandamientos de la iglesia. Todos se pusieron en pie. Algunos tuvieron que ser despertados de un codazo por sus compañeros de asiento. El Abad se incorporó con un visible esfuerzo.

—Primer Mandamiento —declamó el archiarzobispo tercero—. Y dijo el Profeta: en el Big Bang se formaron las partículas subatómicas, pero fue Dios el que les dio el empujoncito y las puso en movimiento, dando lugar así al comienzo del espacio, del tiempo y, en general, del universo universal.

—Hosanna. Amén. Que así sea —recitaron con júbilo los trescientos treinta y tres miembros del concilio.


El inanismo, o lo que es lo mismo, la INANE, la Iglesia Neopositrónica Adventicia de la Nebulosa Epicéntrica, fue la última gran religión revelada.

La revelación vino de Dios, como era de esperar. Y también como es costumbre, a través de la boca de su Profeta, un tipo conocido por el inusual nombre de Odrusba Lanoicarri.

Ocurrió por aquellos gloriosos años del comienzo de los viajes espaciales y la colonización de la galaxia. Odrusba era natural de Grillo, un planeta habitable, aunque no demasiado cómodo. La mayor parte de su superficie eran planicies áridas, dónde tan sólo crecían algunos hierbajos macilentos, y desiertos arenosos más secos que las calderas del inferno. Al parecer, las religiones monoteístas suelen mostrar cierta querencia por ambientes desérticos.


Según los textos sagrados del Compafu, Odrusba era de origen humilde, hijo de una familia de honrados pastores. Durante los primeros cincuenta y cinco años de su vida, Odrusba Lanoicarri se dedicó a la crianza y ordeño de cabras (la variedad grillona es muy apreciada por el tamaño de sus ubres y la cremosidad de su leche) y a la confección artesanal de queso, sin ningún suceso digno de ser recordado. Hasta que un día en que fue a buscar a Luchi, una cabra díscola que tenía la mala costumbre de escaparse del corral, se perdió en el desierto.

Volvió a casa tres semanas más tarde, para la sorpresa de familiares y vecinos que ya lo habían dado por muerto. Contó que en el desierto Dios se le había mostrado, había hablado con él largo y tendido, y le había encomendado una misión. Sí, esa en la que el lector está pensando: difundir su palabra por toda la galaxia.
[...]


Fragmento de la novela Historias de la Cucaracha.
relinks.me/B015I2F8DS


Pincha en la portada de la novela si quieres saber más, tanto en formato papel como electrónico.

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