jueves, 2 de junio de 2016

Las criaturas de Zentar IV (2) — el origen de esos conejitos tan lindos y tan cabroncetes

Conocíamos en una entrada anterior de este egregio blog a una de las criaturas más peculiares, más exóticas y,sin duda alguna, más peligrosas del planeta Zentar IV.
Se trataba de los simpáticos, peludos, suaves y antropófagos conejos carnívoros que deambulas por las praderas y valles del planeta.
Pues aquí se explica de donde salieron semejantes bichos.


[…]
Una nube de criaturas peludas y de orejas largas emergió de entre la hierba y lo cubrió por completo en cuestión de segundos. El ruido de sus dientes al masticar la carne erizó el vello de la nuca de los atónitos espectadores.
Se preguntará el querido y sufrido lector —si es que alguno ha conseguido llegar hasta esta página— como es posible que un hombre, por muy ruin y malvado que sea, acabe siendo devorado por un conejo (o por varios).
¿De dónde han salido estas horrendas criaturas, que ya aparecieron en páginas anteriores de esta soberbia novela?
Que se sepa, los conejos no suelen comerse a la gente. Son criaturas gráciles y saltarinas que corretean por las colinas, viven en agujeros en el suelo y, por lo normal, comen hierba, hojas de trébol, florecillas silvestres y demás ingredientes de ensalada. Es decir, son herbívoros. Todo lo más que podría ocurrir en un encuentro con un conejo es que el aficionado a las caminatas campestres acabe, por puro descuido, introduciendo el pie en la conejera, lo que puede conllevar una dolorosa y molesta torcedura de tobillo. Algo que en ninguna circunstancia podría calificarse de atroz tragedia. Pues lo normal es que, cuando nos acercamos a ellos, los conejos y demás mamíferos lagomorfos, salgan de estampida, correteando asustados hasta el agujero más próximo ante la presencia de un ser humano.


Pero debe el lector recordar y ser consciente de ello, si tal tarea no supone demasiado esfuerzo, que el planeta en que nos encontramos no es la habitual y acostumbrada Tierra, sino Zentar IV. Por lo tanto, el conejo que atacó al venerable patriarca de la INANE no era un orejudo común y corriente. Si bien descendía de sus antepasados lepóridos que corretearon una vez por los valles y bosquecillos del planeta madre.
La historia sobre el porqué de la existencia de estos particulares roedores en Zentar IV, aunque paradójica y sorprendente, e incluso no del todo desprovista de cierta moraleja, no deja de ser bastante fácil de explicar.
Zentar IV fue uno de los primeros planetas terraformados durante la expansión de los seres humanos fuera del Sistema Solar, cuando se colonizaron y habitaron infinidad de mundos de muy diversos tamaños y cataduras. El caso de Zentar IV fue excepcional porque el proceso terraformador funcionó a las mil maravillas. Incluso mejor de lo que los geomorfólogos, ingenieros ecológicos y biólogos medioambientales encargados del proceso se atrevieron nunca a pronosticar. En menos de tres o cuatro generaciones, el planeta se convirtió en un vergel lleno de suaves colinas cuajadas de flores, frondosos bosquecillos y arroyos cristalinos y musicales. Ni siquiera había molestas mareas, pues el planeta carecía de satélites naturales.
Entonces entró en juego la mente pragmática de algún empresario espabilado que vio en el planeta una oportunidad de oro para llenar sus arcas del precioso metal, valga la redundancia. Con los contactos adecuados en las instituciones gubernamentales correspondientes, consiguió que se detuviese la colonización de Zentar IV, que en vez de llenarse de ciudades, carreteras, espaciopuertos y demás cónclaves habitados, fue declarado reserva ecológica. Sólo se permitió la construcción de unas cuantas ciudades, llenas de hoteles y zonas recreacionales para disfrute y solaz de los turistas que, previo pago de una buena cantidad de solarios, podrían deleitarse con ese paraíso idílico y manufacturado.


Para acrecentar su carácter de edén de la galaxia, se decidió que en Zentar IV sólo se importarían especies de animales vegetarianas: ciervos, gacelas, caballos, conejos, ardillas saltarinas, parajitos de vivos colores y mariposas con alas de diseño postmoderno. Nada de depredadores, feroces y voraces, que dieran al traste con tan bucólica imagen publicitaria.
Durante un tiempo, la cosa pareció funcionar a la perfección. Zentar IV se convirtió en el destino preferido de parejas en luna de miel y jubilados achacosos. Pero nadie recordó que mami naturaleza, más que madre amantísima, es madrastra puñetera.
La evolución de las especies y selección natural siguieron su curso de forma independiente, sin tener en consideración en ningún momento los elaborados y trabajosos planes empresariales. Para sorpresa de aquellos que cuidaban del paraíso galáctico, se descubrió que una de las especies de conejos introducidas en el ecosistema planetario había acabado por usurpar aquellos nichos ecológicos que se encontraban desocupados. La cosa no deja de tener su lógica: si hay presas, ¿por qué no pueden surgir depredadores que las cacen?
Así apareció el Oryctolagus carnivorus zentarianus, que en vez de ramonear brotes de alfalfa y tallos de madreselva, desarrolló el gusto por la carne y aprendió a comerse a sus edénicos cohabitantes. La cosa pudo haber acabado en desastre, poniendo un dramático punto y final al lucrativo proyecto del edén planetario. Pero los cuidadores de la reserva descubrieron que la presencia de tan sanguinarias y granujientas criaturas, en vez de ahuyentarlos, atraía aún más si cabe la afluencia de turistas.
En definitiva, que todo el mundo se olvidó del tema y se dejó que el Oryctolagus carnivorus prosperara en su vergel prefabricado sin que nadie le tosiese ni le ladrase. ¡Y vaya si prosperó! Tanto que de vez en cuando, algunos de estos entrañables orejudos, unidos por docenas en voraces jaurías, en vez de merendarse una ardilla saltarina o un potrillo momentáneamente abandonado por su madre, decidía variar el menú e hincarle el diente a uno de esos monos pelados más conocidos como personas.
[...]


relinks.me/B015I2F8DS


Fragmento de la novela Historias de la Cucaracha.

Pincha en la portada de la novela si quieres saber más, tanto en formato papel como electrónico.

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