martes, 31 de enero de 2017

«La Odisea de Annabelle» - sinopsis y portada.

En breve estará disponible, a nivel mundial, tanto en formato papel como electrónico, la nueva novela sicalíptica de Rebeca Rader
 
Una novela donde la distopía y la sicalipsis, la ciencia ficción y el erotismo, la aventura y el sexo, la felación y la rebeldía, van unidos por el corazón como hermanos siameses.

LA ODISEA DE ANNABELLE
(LOdA)





Aquí puedes disfrutar de la portada y la sinopsis de la novela. 
 

Si deseas conocer más sobre esta historia, aquí tienes el booktrailer











 
LOdA — SINOPSIS

Como dos serpientes mitológicas copulando y luchando al borde del abismo, la distopía y la sicalipsis se entrelazan en esta historia para retratar un mundo de oscuridad, rabia y erotismo soterrado.
El sexo está prohibido y se ha convertido más que nunca en un instrumento de control social, mientras que los desdichados habitantes de las cloacas se mueven impelidos por el ansia de sus deseos más lascivos. La opresora hipocresía de una existencia tal hace que los supervivientes se balancean al límite de la demencia.
Annabelle tomará la decisión más importante de su vida y se enfrentará al angustioso yugo de una sociedad en la que sus deseos se ven apocados al dolor y al olvido. Con la determinación de una leona y la concupiscencia de una sacerdotisa, sabrá ser el escurridizo ratoncillo que encuentra las grietas en el sistema para escapar de la prisión que la asfixia. Entre la suciedad y la lujuria, entre la miseria y el semen, su belleza y su sensualidad serán las cartas marcadas que le permitirán agarrar con fuerza el destino entre las manos y ponerlo a sus pies.
Las consecuencias cambiarán para siempre la faz del planeta.






jueves, 26 de enero de 2017

Religiosidad Zombi (parte 2 de 3)

Para algunos, la religión es la respuesta a las dificultades. Para otros, el opio que alimenta la estulticia.
En caso de una pandemia zombi, ¿cómo cambiaría la religiosidad del ciudadano de a pie?
La historia de Santa Ágata de los Zombis te lo cuenta.
Aquí tienes la segunda parte de este relato que te explica la religión desde el punto de vista zombi.

Si quieres leer la primera parte, pincha aquí.
Pincha en la portada y podrás leer la historia completa.




 
Religiosidad Zombi (2)


Cuando la pandemia zombi se extendió por Andalucía y el Algarve como un tsunami de muerte y horror, la familia de Ágata aún se encontraba en la pequeña aldea almonteña. Hicieron como hicieron la mayoría de sus habitantes, algunos de los ocasionales peregrinos que la visitaban esos días, e incluso algún que otro turista británico que pasaba por allí de camino a extasiarse con la húmeda belleza del parque natural, y se habían encontrado con aquella pequeña joya blanca de esa extraña religión católica del sur.

Se encerraron en la ermita de El Rocío, confiando en que la Blanca Paloma los salvase y protegiese, haciendo que los monstruos pasasen de largo tan sagrado lugar. Incluso se cree que varios miles de personas, de Huelva y provincias colindantes, en vez de salir hacia el norte todo lo deprisa que sus medios le permitiesen, se encaminaron hacia la aldea, rosarios y medallas en mano, confiados en que la devoción mariana les resultaría más útil que las confusas instrucciones que el Gobierno lanzaba a través de los medios de comunicación.

Como en tantos lugares de Andalucía, no se tienen datos certeros de cuanta gente se refugió en la aldea de El Rocío.

Lo que sí se sabe es que no sobrevivió nadie.

Excepto Santa Ágata, por supuesto.

Casi tres meses después de que el gobierno hubiese abandonado Andalucía a su suerte. Casi tres meses después de que las bombas FOAB barriesen el paralelo 38º reduciéndolo todo a polvo y cenizas en una franja de diez kilómetros de ancho. Casi tres meses después de que la Península Ibérica perdiese su cuarta parte más austral, como si hubiese sido limpiamente seccionado cual tarta bajo el cuchillo del pastelero. Después de que los españoles por fin se diesen cuenta de que la más horrenda pesadilla concebida por el ser humano se había hecho realidad, y lo había hecho en territorio nacional. Después de que el país quedase dividido por el muro más horrendo jamás construido entre dos zonas: la zona de los vivos y la de los muertos.

Después de que todo eso ocurriese, apareció Santa Ágata.

Sola, sucia, descalza, con la ropa hecha jirones, llena de cortes y arañazos, el cabello apelmazado de porquería, los ojos extraviados, y un aspecto que en poco la diferenciaba de los monstruos entre los que había caminado. Sólo portaba, aparte de los restos de ropa, dos cosas. El brazo de un zombi acurrucado contra el pecho, cuyos dedos no dejaban de abrirse y cerrarse en el aire sin parar, y, colgando del cuello, su medalla rociera, con el cordón lleno de mugre y suciedad.

Así llegó una niñita de doce años al puesto de vigilancia de Despeñaperros, a un buen puñado de kilómetros al norte de la línea divisoria del paralelo 38º.

Cómo aquel escuerzo flaco y desgarbado logró atravesar varios cientos de kilómetros de territorio infectado sin ser devorada fue algo que nadie pudo explicar. Pero muchos vieron en tal hecho una clara prueba de su divina santidad.

El primero que la vio acercarse a través del desolado paisaje, con paso cansino y vacilante, fue José Manuel Tejada López, cabo primero al mando del pelotón de guardia de aquel puesto, aquel día, en aquel momento.

Mi primero —dijo uno de los soldados—, ¿has visto lo que viene por la carretera?

Lo vi antes que tú, Merino —replicó el cabo primero Tejada.

Uno de esos cabrones de bichos ha logrado pasar al otro lado del muro —dijo otro de los soldados.

¿Llamamos a la brigada de limpieza, mi primero?

Tejada sacudió la cabeza.

Sacó los prismáticos y se los llevó a los ojos.

¿Viene solo? —dijo.

Los soldados de su pelotón también echaron mano a sus prismáticos.

Pues sí. Parece que viene solito, el cabroncete —dijo uno de los soldados.

Un pobrecito zombi sin amiguitos —dijo otro.

El pelotón coreó las risas de todos.

Podemos divertirnos un rato con el bicho, ¿no os parece? —dijo el cabo primero Tejada.

Sonrisas y miradas de inteligencia se cruzaron entre los miembros del pelotón.

Di que sí, mi primero. Hagámosle bailar.

Empiezo yo —dijo Tejada.

Cogió su Heckler & Koch G36E, el fusil de asalto de las Fuerzas Armadas españolas. Desplegó la culata, amartilló el arma con un enérgico chasquido, apoyó la culata en el hombro, guiñó un ojo y reguló la mirada telescópica.

Durante varios segundos, sus compañeros de guardia aguardaron con expectación, la anticipación brillándoles en las pupilas.

El cabo primero Tejada bajó el arma.

Que nadie dispare —ordenó.

Sus hombres se miraron unos a otros con gesto de consternación.

Tejada se echó el fusil al hombro y se dirigió a la puerta de salida del pequeño mazacote de hormigón con troneras que constituía el puesto de guardia.

¿A dónde cojones vas, mi primero? —preguntó uno de los soldados.

Quedaos aquí y que nadie dispare, ¿entendido? —replicó Tejada con una autoridad en la voz que, según contó él mismo tiempo después, hizo estremecer a los miembros de su pelotón.

¿Llamamos al sargento?

He dicho que os quedéis aquí —insistió Tejada.

Abandonó el puesto de guardia y, con un trote ligero, se aproximó a la sucia figura que se acercaba por la carretera.

Muchas veces, en sus largos y exultantes sermones, José Manuel Tejada, ex cabo primero del ejército español, explicó que en esos momentos sintió que algo divino descendía sobre él. Una revelación. Una epifanía que le dijo, alto y claro, que aquella triste figura no era un zombi, sino algo más. Una santa. La última santa. La mayor santa de nuestros días.

No por nada, José Manuel se convirtió rápidamente en la mano derecha de la santa, profeta de su mensaje en este mundo, sumo sacerdote de su feligresía, creador y miembro número uno de la Asociación de Fieles Oradores del Fin de los Tiempos de Santa Ágata de los Zombis.

Tiempo después, sin embargo, cuando el movimiento religioso al que dio lugar la odisea de Santa Ágata alcanzó el número de fieles suficiente para ser calificado como secta, el hermano Tejada explicó una versión distinta de su revelación divina. Aunque lo hizo ante un selecto y limitado grupo de gente de toda confianza. Según esas declaraciones, Tejada había leído algún tiempo antes una de las supuestas declaraciones de L. Ron Hubbard, el creador de la Dianética, que, según sus detractores, declaró que la mejor manera de hacerse millonario es fundar tu propia religión. Aparentemente, esas palabras quedaron grabadas en el alma de José Manuel Tejada.

La aparición de Santa Ágata en Despeñaperros le ofreció la oportunidad que tanto ansiaba. El ser capaz de ver esa oportunidad y aprovecharla, fue el mayor mérito de su existencia.

Cuando el cabo primero Tejada se cercioró de que esa vacilante figura no era un zombi, sino una niña humana, llamó de inmediato a los servicios de emergencia médica. Llevaron a la chica al centro médico más cercano. La lavaron a fondo, le quitaron la sucia y desgarrada ropa, que fue de inmediato incinerada, le dieron una bata de hospital y la examinaron sin dejarse atrás ni un solo centímetro de su escuálida anatomía. La chica estaba exhausta, agotada, desnutrida, deshidratada, no pronunciaba una sola palabra y la mirada parecía estar perdida para siempre más allá del mundo real. Por lo demás, no presentaba ni el menor signo de arañazos o mordeduras zombis. Estaba absolutamente limpia de infección.

Lo cual no dejaba de ser sorprendente. Sobre todo si tenemos en cuenta que la niña apareció en Despeñaperros portando el brazo seccionado de un zombi.

Nunca se supo a quién perteneció ese brazo. Aunque la mayoría de fieles seguidores de Santa Ágata llegó a la conclusión que debía tratarse del brazo de su santa madre que, muy probablemente y en un heroico acto, salvó a su hija de caer víctima de los monstruos. Aunque ella misma no pudo evitar sucumbir al proceso de zombificación. El brazo zombi que la niña apretaba contra su seno se movía sin cesar, los dedos curvados como garfios abriéndose y cerrándose en el aire. Y sin embargo, la niña no tenía ni el más mínimo arañazo. El brazo, que hubiese infectado a un par de miembros del personal sanitario, si estos no hubiesen llevado el traje protector adecuado, respetó a la chiquilla a través de su viaje por la tierra de los horrores.

Muchos vieron aquí otra clara señal de su santidad.

Cuando el personal sanitario intentó quitarle el brazo a la niña, esta se puso a patalear y chillar de manera tan atroz y descontrolada, que los cansados enfermeros y médicos la dejaron estar. A ello contribuyó la insistencia del cabo primero Tejada, que se autonombró tutor, portavoz, cuidador, guardaespaldas y yaya de la desdichada criatura.

[continuará]
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http://goo.gl/SiQMZG Fragmento de la novela IBERIAN PARK, la respuesta zombi a la crisis.
Una novela única que te permitirá contemplar la realidad en que vives (el sistema monetario) desde una perspectiva diferente.
Y sí, es una novela de zombis. Así que encontrarás tripas y sesos desparramados a mansalva. Y muchas otras cosas más que no te imaginas.
Pincha en la portada de la novela si quieres saber más.
Puedes encontrarla tanto en formato papel como electrónico.

jueves, 19 de enero de 2017

Religiosidad Zombi (parte 1 de 3)

Una de las características fundamentales de cualquier cultura humana es su religiosidad. El panteón de seres más o menos sobrenaturales a los que presta adoración y a los que ruega por sus anhelos.

Nuestra querida tierra carpetovetónica no es una excepción. Las celebraciones de origen religioso, muchas de ellas transmutadas en consumismo comercial, son los principales mojones que marcan el calendario anual. A pesar de todo, la mayoría de sus habitantes confiesan algún tipo de sentimiento religioso cuando son preguntados en las encuestas.

En este relato, dividido en tres partes para una mayor comodidad en su lectura, puedes disfrutar de un nuevo enfoque en la práctica de la religión que todos conocemos:
el punto de vista zombi.

https://www.wattpad.com/story/96799648-religiosidad-zombi

Religiosidad Zombi (1)


Tras el estallido de la pandemia zombi, aparecieron los profetas. Supervivientes del holocausto que habían escapado por poco de los monstruos. Sus cuerpos estaban más o menos intactos. Pero sus mentes quedaron dañadas para siempre.

Se lanzaron a las calles a pregonar sus mensajes. Supuestas interpretaciones de la pandemia, más o menos apocalípticas, en las que ellos se autoproclamaban mensajeros de algún poder divino. Capaces de traducir e interpretar el porqué de aquella horrenda pesadilla que había caído sobre ellos. Exégetas de los muertos vivientes. No fueron muy numerosos, y la mayoría no consiguieron demasiados seguidores. Pero algunos lograron ser noticia un tiempo nada despreciable.

La pandemia había hecho resurgir el fervor religioso del país con una fuerza que no se conocía desde hacía décadas. Iglesias, sinagogas, mezquitas y salones del trono se llenaron a rebosar. Los fieles, y aquellos que no lo eran tanto, acudieron a orar y a rogar a sus dioses y santos, en un intento de buscar algo de consuelo que los ayudase a soportar el horror. No hubo sacerdote, cura, imán, pastor o rabino que no mencionase a los zombis en sus sermones. Aunque incapaces de salir de los esquemas que las religiones abrahámicas habían impuesto durante milenios, el mensaje era indefectiblemente el mismo: dios nos castigaba por nuestros pecados y el apocalipsis se nos venía encima. Los dirigentes de las distintas confesiones religiosas se frotaban las manos de puro gozo. Era bueno que la gente volviera a los templos, y que los cepillos volvieran a llenarse con las limosnas de los fieles.

Como siempre, hubo quien supo sacar beneficio de la situación.

El caso más afamado fue el de Santa Ágata de los Zombis.

La historia de Santa Ágata fue una de las máximas expresiones del fervor religioso celtibérico que se difundieron dentro y fuera de la península tras el estallido de la pandemia. Fue el resultado de la fusión de la religiosidad popular católica andaluza con la horrible pesadilla que se abatió sobre las tierras del sur de España. El porqué de esa especial fusión, nadie pareció saberlo nunca. Pero el análisis más o menos poco profesional del fenómeno hizo correr ríos de tinta y saliva en periódicos, revistas del corazón y reality shows televisivos.

La heroína de la epopeya fue aquella pobre chiquilla, flaca como el palo de una escoba, silenciosa, de unos doce años, pálida y con la mirada perdida más allá de la realidad de cualquier humano que se situase frente a esos ojos glaucos y desconcertantes. Las traumáticas experiencias que la desgraciada niña se vio obligada a soportar hicieron que nunca volviese a pronunciar una palabra en el resto de su vida. Nunca se supo su nombre original, aunque mucho se especuló al respecto. Pero esa pobre chiquilla fue conocida, para el resto de su vida, como Santa Ágata de los Zombis. A juicio de millares de seguidores, la niña no podía ser otra cosa que una enviada de las altas esferas celestiales. Pues sólo así se explica que, sola y a pie, caminase desde la ermita de El Rocío, en Huelva, hasta el puesto de control de Despeñaperros, en la provincia de Jaén, unos cincuenta kilómetros en línea recta al norte del paralelo 38º y del muro en construcción.

Un viaje de casi trescientos kilómetros a vuelo de pájaro.

Lo más extraordinario de la odisea era que Santa Ágata realizó su alucinante travesía, a través de un territorio infectado y abandonado por las autoridades, sin que fuese atacada por ninguno de los monstruos, portando en sus manos el brazo gris, incorrupto y en movimiento de un zombi.
Aunque nunca habló, ni contó detalle alguno de lo que le había pasado, su gesta dio nacimiento a uno de los fenómenos religiosos más populares del siglo XXI.

Todo empezó el fin de semana del domingo de Pentecostés de ese año, fecha en la que, desde tiempos inmemoriales, se celebraba la romería del Rocío en la aldea almonteña del mismo nombre, en la provincia de Huelva, engarzada en el límite noroccidental del Parque Nacional de Doñana, espacio natural protegido y una de las joyas ecológicas del país.

Según la liturgia católica, Pentecostés señala la fiesta del quincuagésimo día después de la Pascua o Domingo de resurrección, y pone término al tiempo pascual. También se le concibe como el día de celebración de una de las nociones teológicas más complejas de la cristiandad: el Espíritu Santo. A pesar de ser para los católicos la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad, la festividad de Pentecostés es móvil. Esto significa que no se fija en relación al calendario civil, sino que se mueve arriba y abajo según el calendario lunar por el que la Iglesia Católica fija muchas de sus celebraciones principales.

Pero la mayor parte de los años, suele caer en la segunda mitad de mayo.

Así que, cuando a mediados de junio de ese año, el sur de la Península Ibérica se convirtió en un infierno de pesadilla, los rocieros ya habían acabado su ritual de todos los años. Los simpecados ya habían pasado por delante de la ermita, los almonteños ya habían saltado la reja, y la Blanca Paloma ya había sido llevada por toda la aldea a hombros de los fervorosos devotos del culto mariano. Ya los carros, carretas, charrets, caballos agotados al borde del colapso y todoterrenos rugientes llenos del polvo de la raya, volvían a las sedes sociales de sus correspondientes hermandades. La pasión mariana y rociera se tomaba ya un descanso hasta el año siguiente.

Tuvieron suerte los rocieros.

Claro que los pocos que sobrevivieron, principalmente los pertenecientes a hermandades externas al territorio andaluz, lloraron durante toda la eternidad su amada romería.

Tras la pandemia zombi, no hubo simpecado ni carreta, por mucha protección de la Virgen y los santos con la que contase, que se atreviese a surcar los caminos del Rocío en pleno territorio infectado.

Hubo varios intentos de reconstruir una nueva Ermita del Rocío en algún lugar al norte del paralelo 38º. Muchos fueron los lugares propuestos, pero ninguno llegó a alcanzar el quórum suficiente para imponerse a los demás. Así que los rocieros supervivientes de la pandemia acabaron por dividirse en minúsculos grupos de hermandades y agrupaciones, más o menos enfrentadas unas a otras, cada una con su propio lugar de peregrinaje.

El Rocío, una de las romerías más famosas y multitudinarias que existían, pasó a la historia.
Hasta que apareció Santa Ágata.

Nunca se supo por qué. Pero sin esa pequeña, y en principio irrelevante, circunstancia, la leyenda nunca hubiese sido posible.

Pero por alguna razón, la familia de Ágata no volvió tras el simpecado de su hermandad a su Coria del Río natal, en la provincia de Sevilla. Por alguna razón, decidieron quedarse unos días más en la aldea de El Rocío. Quizás querían disfrutar de la blanca belleza de la aldea almonteña, que apenas llegaba a los dos mil habitantes censados, sin la barahúnda de fieles, que podían superar el millón de almas durante la romería. O quizás hubo algún tipo de ruptura, de pelea, o de disputa. Tal vez el cabeza de familia de Ágata decidió, por cualquier razón, suponemos que de peso, romper con sus hermanos corianos. También pudo ocurrir que la madre cayese enferma, y la familia decidiese pasar unos días en la tranquilidad de los límites de Doñana para darle tiempo a la buena mujer a reponerse. Tal vez la abuela hizo una promesa a la Virgen, quedarse unos días más para que así la nieta, Ágata, acabase quinto de primaria con buenas notas.

Nunca lo sabremos. Pues Santa Ágata de los Zombis nunca pronunció una palabra durante los meses de su vida apostólica.

[continuará]
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http://goo.gl/SiQMZG Fragmento de la novela IBERIAN PARK, la respuesta zombi a la crisis.
Una novela única que te permitirá contemplar la realidad en que vives (el sistema monetario) desde una perspectiva diferente.
Y sí, es una novela de zombis. Así que encontrarás tripas y sesos desparramados a mansalva. Y muchas otras cosas más que no te imaginas.
Pincha en la portada de la novela si quieres saber más.

Puedes encontrarla tanto en formato papel como electrónico.
 

martes, 17 de enero de 2017

«La Odisea de Annabelle» - booktrailer

La distopía y la sicalipsis se entrelazan en esta historia de oscuridad, rabia y erotismo.

El sexo está prohibido y se ha convertido en un instrumento de control social.

Los desdichados habitantes de las cloacas sufren el ansia de sus deseos más lascivos.

Los supervivientes se balancean al límite de la demencia.

Annabelle tomará la decisión más importante de su vida, a pesar del precio a pagar.



Rebeca Rader, el álter ego femenino, lúbrico, impúdico y rijoso de Juan Nadie presenta su nueva novela sicalíptica.

LA ODISEA DE ANNABELLE
(LOdA)

Donde la ciencia ficción y el erotismo van cogidos de la mano.
Pronto disponible en papel y en formato electrónico.

Aquí puedes ver el booktrailer de la novela en absoluta primicia.


Si no ves bien el vídeo, pincha aquí --> LOdA – booktrailer


jueves, 12 de enero de 2017

Lectura en frío

Abotargados todavía por el ritual consumista y cuasireligioso impuesto por la costumbre en las pasadas festividades, y encontrándonos en el comienzo de un nuevo año, lo que no deja de ser una división del tiempo anual totalmente arbitraria que nos marcamos a nosotros mismos, es quizá un buen momento para reflexionar sobre ciertas ideologías y formas de pensar que parecen crecer en popularidad en los últimos tiempos.

Hablamos de las pseudociencias, esas creencias o prácticas que se presentan como  si tuviesen una base científica, o más o menos probada, pero que en realidad no han sido probadas en ningún momento ni lugar y no siguen un método científico válido. Es decir, no se pueden comprobar o no se han comprobado de manera fiable.

No presentamos hoy, pues, un relato ni un fragmento de novela. No se trata de un trabajo de ficción como los que suelen aparecer en este blog

Se trata de un pequeño ensayo que, por diversas razones que las circunstancias así conjuraron, escribí sobre las pseudociencias. En concreto, sobre una técnica de videncia muy común conocida como lectura en frío.


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Lectura en frío

¿Qué es la lectura en frío?
Para Ivón A.C., la adivinación, la videncia, el Tarot, siempre fueron temas a los que se aproximó con un respeto solemne. Los consideraba otros caminos que ofrecían la posibilidad de ver más allá de lo acostumbrado, de lo meramente visible y perceptible. Una forma de abrirse paso a vivencias difíciles de explicar e inalcanzables de otra manera.
En un momento complicado de su vida, en el que necesitaba encontrar nuevos puntos de apoyo, Ivón decidió acudir a la consulta de Michelle, vidente, psíquica y pitonisa, de la que supo a través de una amiga común interesada en los temas esotéricos.
Aunque acudió con cierto recelo a la cita concertada con la vidente, Ivón se vio gratamente sorprendida ante la certeza y claridad con que Michelle fue capaz de analizar su complicada situación en aquel momento. La exactitud en las interpretaciones y la precisión en las predicciones de Michelle hicieron que Ivón acudiese repetidas veces a la consulta durante un periodo de varios meses.
No resultó un proceso nada barato
Pero las predicciones, análisis y consejos aportados por Michelle resultaron de gran ayuda para Ivón, que a partir de ahí tuvo una mejor idea de cómo afrontar su futuro.
Hasta aquí, todos felices, ¿no es así? En principio, el proceso resultó satisfactorio en grado sumo para ambas partes.
Ivón recibió la guía y el consuelo que estaba necesitando, y Michelle vio cómo su cuenta bancaria engrosaba un poco más.
En realidad, Ivón fue la víctima inconsciente de una técnica llamada lectura en frío.
 La lectura en frío es una técnica mediante la cual alguien logra convencer a otra persona de que conoce mucho más acerca de ella de lo que realmente conoce. Una metodología utilizada por adivinadores, quiromantes, tarotistas, videntes, psíquicos y demás «profesionales» de las artes esotéricas. No se trata más que de un medio, perfectamente analizado y comprendido, a través del cual el vidente obtiene información sobre sus clientes, atribuyéndose este conocimiento a la posesión de supuestas capacidades psíquicas o paranormales.
Un vidente experimentado en las técnicas de lectura en frío, aún sin tener ningún conocimiento previo sobre la persona, puede conseguir de forma rápida una gran cantidad de información de la misma, mediante el análisis meticuloso de su lenguaje corporal, su forma de hablar, ropa, apariencia, edad, sexo, nivel educativo, etc.
A medida que va «leyendo», el adivino calibra sus juicios según las reacciones corporales inconscientes del sujeto ante las supuestas predicciones.
Como muestra, un botón. En este video puedes encontrar unos cuantos trucos de vidente para ligar:

Convertirse en médium en cuatro simples pasos
Aunque pueda parecer un proceso complejo, la lectura en frio es en realidad una técnica muy simple. Consiste en decirle al sujeto que realiza la consulta una serie de frases obvias y generales, aplicables a cualquier persona, e ir entresacando la información veraz mediante la retroalimentación basada en las respuestas verbales o corporales del sujeto. No se trata más que de un hábil y sutil proceso de tanteo a través de los aciertos y desaciertos en los que el adivino va incurriendo.

Se pueden distinguir en el proceso una serie de fases bien delimitadas.
Primero, es necesario realizar un análisis visual de la persona en el momento que ésta entra en el local habilitado para la sesión psíquica. Este análisis puede comprender desde evaluar la forma de caminar del individuo, sus movimientos, su forma de sentarse, de interaccionar con la mirada, de hablar, de actuar, la vestimenta que lleve, adornos y complementos, su aspecto físico en general, etc.
Después vendría la lectura del carácter de la persona. En esta fase se deben usar con astucia los datos obtenidos en la primera fase, y utilizar una buena dosis de ambigüedad e ideas halagadoras para ir entresacando más información sobre el sujeto. Así el adivino diría frases como «Es usted una persona muy inteligente», «Es una persona tímida, pero a veces atrevida», «Tiene un gran potencial» y demás. En cada frase, el supuesto psíquico debe estar atento a las reacciones gestuales del sujeto, profundizar en los aciertos y disimular u obviar los fallos. De esta forma se gana credibilidad ante el cliente, al que en este punto se lo podría llamar sin demasiados reparos la víctima.
La tercera fase de la lectura en frío consiste en tender las redes, en emitir afirmaciones vagas para sonsacar información más precisa del sujeto. Basándose en la información obtenida en las dos fases anteriores, se pueden aventurar descripciones más o menos ambiguas para obtener datos aún más concretos y acertados. En el momento en que se detecta una respuesta positiva, demostrada por una respuesta verbal o corporal de la víctima, el vidente debe reforzar su acierto. En caso contrario, debe desviar la atención del fracaso, ya sea restando importancia a lo dicho o alegando que «aunque aún no ha sucedido, pronto sucederá», o alguna frase evasiva por el estilo. El objetivo en esta fase es ganarse la complicidad y cooperación del sujeto.
La última fase sería la predicción del futuro. A estas alturas de la sesión, el vidente ya ha obtenido cierta información de su víctima, y cuenta con la credulidad y el asombro de la misma. Es la etapa más relajada, pues sólo hay que jugar con probabilidades. Se pueden hacer previsiones generales del tipo «El próximo año padecerá una enfermedad» (lo que le suele ocurrir a la mayor parte de la gente, aunque se trate de un simple resfriado), o «En breve emprenderá un nuevo proyecto» (otro evento bastante común, sobre todo si no se especifica nada sobre el mencionado proyecto). Cualquier afirmación de este tipo será aceptada por la víctima sin ninguna dificultad.
Para realizar una efectiva lectura en frio, el psíquico debe de reunir una serie de cualidades.  
 Por supuesto, debe tener un buen sentido de la observación y un buen juego de palabras. Nunca deberá aceptar que ha cometido un error de predicción, sino que tratará de esconderlo hasta donde pueda. En la mayoría de los casos, el truco consiste en llevar al sujeto a un campo donde no pueda verificar la veracidad o falsedad de la afirmación hecha por el adivino. En resumen, usará en su desempeño la dramatización y el empleo de frases evidentes, ambiguas e imposibles de verificar. 
Uno de los elementos cruciales para conseguir una buena lectura en frío es que el sujeto sea crédulo y esté ansioso por encontrar conexiones entre las palabras del adivino y sus propios recuerdos y vivencias. De esta forma, la víctima interpretará afirmaciones vagas que apoyen las supuestas predicciones del adivino. Puesto que la mayoría de dichas afirmaciones son positivas y halagadoras, es fácil conseguir que la víctima coopere y proporcione al adivino los datos necesarios para reafirmar los supuestos «poderes» del psíquico.
El proceso de la lectura en frío ha sido tan claramente puesto al descubierto que incluso el psicólogo Michael Shermer, editor de la revista Skeptic, llegó a publicar el decálogo de cómo convertirse en un buen vidente, en el que critica con gran ironía este tipo de prácticas.
Aquí puedes ver cómo el mago James Randi explica el verdadero funcionamiento de los poderes psíquicos:

Dicho todo lo anterior, es innegable que una inmediata duda nos asalta.
Si la lectura en frío no es más que un simple engañabobos fácilmente refutable, ¿cómo es que tanta gente parece caer en sus redes? A juzgar por el número de anuncios de supuestos psíquicos y videntes en los medios de comunicación, se podría incluso pensar que se trata de una industria floreciente. 

El efecto Forer: halágame y acertarás
Uno de los factores que nos ayuda a explicar la aparente ingenuidad y credulidad del gran público es el llamado Efecto Forer.
El Efecto Forer, también llamado falacia de la validación, es el hecho corroborado de que las personas dan altos índices de acierto a descripciones de su personalidad que en teoría han sido realizadas específicamente para ellos, pero que en realidad son afirmaciones vagas y generales que se pueden aplicar a un amplio espectro de personas.
Esta es, por ejemplo, la base a la hora de confeccionar los horóscopos que aparecen en muchas publicaciones de la prensa escrita.
El nombre viene de los estudios del psicólogo Bertram R. Forer. En 1948, el profesor Forer realizó un sencillo experimento. Les entregó a sus alumnos el resultado de un supuesto análisis de personalidad que había realizado para cada uno de ellos. Luego les pidió que puntuaran el análisis según lo acertado o no que hubiese sido. Las puntuaciones fueron sorprendentemente altas en todos los casos. Entonces el profesor Forer reveló el secreto. En realidad, les había entregado a todos los alumnos el mismo texto, que no era más que un pastiche de distintos horóscopos sacados del periódico.
Para que el Efecto Forer ocurra, son necesarios dos factores primordiales.
Por un lado, las descripciones dadas al sujeto, además de ser necesariamente vagas, deben hacer hincapié en los rasgos positivos del mismo.
Segundo, el sujeto debe creer en la autoridad de la persona que está realizando el análisis. El sujeto, ya predispuesto a priori a creer en la descripción, leerá la misma aplicándole su propio significado subjetivo, y percibiéndola como «personal».
Diversos estudios han demostrado que el Efecto Forer es bastante universal, pues se ha observado en personas de diferentes culturas y regiones geográficas. También se ha comprobado que las personas con creencias en lo paranormal son más susceptibles al Efecto Forer. Pero incluso personas escépticas al mundo de lo esotérico muestran también la tendencia a aceptar como personales descripciones vagas, siempre que estas sean halagadoras.
Es lo que se llama un sesgo cognitivo. En este caso, el sesgo consiste en que la persona acepta como propios los atributos positivos, mientras que rechaza de plano los negativos. 

Los sesgos cognitivos son algo inherente a la forma de funcionar del cerebro humano. Nuestros cerebros están programados para buscar coincidencias, para estableces procesos de causa y efecto, para de esta forma desentrañar patrones que nos ayuden a comprender el entorno en el que vivimos y aumentar nuestras posibilidades de supervivencia. Resulta lógico pensar que siempre sería conveniente saber de antemano de donde puede venir el peligro para así poder evitarlo. El problema es que a menudo vemos, o pensamos que existe, una relación causal, cuando en realidad se trató de una simple coincidencia.
Por otra parte, los seres humanos tenemos la tendencia innata de filtrar los datos que nos llegan, para quedarnos con aquellos que coincidan con nuestros conceptos previos y nuestra forma de pensar. Es lo que se llama un prejuicio cognitivo. Por eso aceptamos, e incluso creemos, las palabras de los políticos que comparten nuestra tendencia ideológica, mientras que desconfiamos de lo que dicen los demás. De igual forma, aquellos que creen en la existencia de poderes psíquicos, creerán lo que un supuesto adivino les diga, pues ya están predispuestos a ello.
Esta forma de trabajar del cerebro humano tuvo, sin lugar a dudas, un gran valor como elemento positivo para garantizar la supervivencia de la especie. Un comportamiento que resultó favorecido y reforzado por la selección natural a lo largo de miles de años.
En el mundo actual, por desgracia, esta particularidad de nuestros cerebros permite que gente sin escrúpulos se llenen los bolsillos a costa de la credulidad y la ingenuidad de otros.
Un sano escepticismo siempre será un escudo útil frente a este tipo de argucias.







Referencias: