Abotargados todavía por el ritual consumista y cuasireligioso impuesto por la costumbre en las
pasadas festividades, y encontrándonos en el comienzo de un nuevo año, lo que no deja de ser una división del tiempo anual totalmente
arbitraria que nos marcamos a nosotros mismos, es quizá un buen momento para
reflexionar sobre ciertas ideologías y formas de pensar que parecen crecer en popularidad en los últimos
tiempos.
No presentamos hoy, pues, un relato
ni un fragmento de novela.
No se trata de un trabajo de ficción como los que suelen aparecer en este blog.
Se trata de un pequeño
ensayo que, por diversas razones que las circunstancias así conjuraron,
escribí sobre las pseudociencias. En concreto, sobre una técnica de videncia muy
común conocida como lectura en frío.
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Lectura en frío
¿Qué es la lectura en frío?
Para Ivón A.C., la adivinación, la videncia, el Tarot, siempre fueron
temas a los que se aproximó con un respeto solemne. Los consideraba otros
caminos que ofrecían la posibilidad de ver más allá de lo acostumbrado, de lo
meramente visible y perceptible. Una forma de abrirse paso a vivencias
difíciles de explicar e inalcanzables de otra manera.
En un momento complicado de su vida, en el que necesitaba encontrar
nuevos puntos de apoyo, Ivón decidió acudir a la consulta de Michelle, vidente, psíquica y pitonisa, de la que
supo a través de una amiga común interesada en los temas esotéricos.
Aunque acudió con cierto recelo a la cita concertada con la vidente,
Ivón se vio gratamente sorprendida ante la certeza y claridad con que Michelle
fue capaz de analizar su complicada situación en aquel momento. La exactitud en las interpretaciones y la
precisión en las predicciones de Michelle hicieron que Ivón acudiese
repetidas veces a la consulta durante un periodo de varios meses.
No resultó un proceso nada
barato.
Pero las predicciones, análisis y consejos aportados por Michelle
resultaron de gran ayuda para Ivón,
que a partir de ahí tuvo una mejor idea de cómo afrontar su futuro.
Hasta aquí, todos felices, ¿no es así? En principio, el proceso resultó
satisfactorio en grado sumo para ambas partes.
Ivón recibió la guía y el consuelo que estaba necesitando, y Michelle
vio cómo su cuenta bancaria engrosaba un poco más.
En realidad, Ivón fue la víctima
inconsciente de una técnica llamada lectura en frío.
La lectura en frío es una técnica
mediante la cual alguien logra convencer
a otra persona de que conoce mucho más acerca de ella de lo que realmente
conoce. Una metodología utilizada por adivinadores, quiromantes, tarotistas,
videntes, psíquicos y demás «profesionales» de las artes esotéricas. No
se trata más que de un medio, perfectamente analizado y comprendido, a través
del cual el vidente obtiene información sobre sus clientes, atribuyéndose este
conocimiento a la posesión de supuestas
capacidades psíquicas o paranormales.
Un vidente experimentado en las técnicas de lectura en frío, aún
sin tener ningún conocimiento previo sobre la persona, puede conseguir de forma
rápida una gran cantidad de información de la misma, mediante el análisis
meticuloso de su lenguaje corporal, su forma de hablar, ropa, apariencia, edad,
sexo, nivel educativo, etc.
A medida que va «leyendo», el adivino calibra sus juicios según las
reacciones corporales inconscientes del sujeto ante las supuestas predicciones.
Como muestra, un botón. En este video puedes encontrar unos cuantos trucos de vidente
para ligar:
Convertirse en médium en cuatro simples pasos
Aunque pueda parecer un proceso complejo, la lectura en frio es en
realidad una técnica muy simple.
Consiste en decirle al sujeto que realiza la consulta una serie de frases
obvias y generales, aplicables a cualquier persona, e ir entresacando la información veraz mediante la retroalimentación
basada en las respuestas verbales o corporales del sujeto. No se trata más que
de un hábil y sutil proceso de tanteo
a través de los aciertos y desaciertos en los que el adivino va incurriendo.
Se pueden distinguir en el proceso una serie de fases bien delimitadas.
Primero, es necesario realizar un
análisis visual de la persona en el momento que ésta entra en
el local habilitado para la sesión psíquica. Este análisis puede comprender
desde evaluar la forma de caminar del individuo, sus movimientos, su forma de
sentarse, de interaccionar con la mirada, de hablar, de actuar, la vestimenta
que lleve, adornos y complementos, su aspecto físico en general, etc.
Después vendría la lectura
del carácter de la persona. En esta fase se deben usar con astucia los
datos obtenidos en la primera fase, y utilizar una buena dosis de ambigüedad e ideas halagadoras para ir entresacando más información sobre el
sujeto. Así el adivino diría frases como «Es usted una persona muy
inteligente», «Es una persona tímida, pero a veces atrevida», «Tiene un gran
potencial» y demás. En cada frase, el supuesto psíquico debe estar atento a las
reacciones gestuales del sujeto, profundizar en los aciertos y disimular u
obviar los fallos. De esta forma se gana
credibilidad ante el cliente, al que en este punto se lo podría llamar sin
demasiados reparos la víctima.
La tercera fase de la lectura en frío consiste en tender las redes, en emitir afirmaciones vagas para sonsacar
información más precisa del sujeto. Basándose en la información obtenida en las
dos fases anteriores, se pueden aventurar descripciones
más o menos ambiguas para obtener
datos aún más concretos y acertados. En el momento en que se detecta una
respuesta positiva, demostrada por una respuesta verbal o corporal de la
víctima, el vidente debe reforzar su acierto. En caso contrario, debe desviar
la atención del fracaso, ya sea restando importancia a lo dicho o alegando que
«aunque aún no ha sucedido, pronto sucederá», o alguna frase evasiva por el
estilo. El objetivo en esta fase es ganarse
la complicidad y cooperación del sujeto.
La última fase sería la predicción
del futuro. A estas alturas de la sesión, el vidente ya ha obtenido
cierta información de su víctima, y cuenta con la credulidad y el asombro de la
misma. Es la etapa más relajada, pues sólo hay que jugar con probabilidades. Se pueden hacer previsiones generales del
tipo «El próximo año padecerá una enfermedad» (lo que le suele ocurrir a la
mayor parte de la gente, aunque se trate de un simple resfriado), o «En breve
emprenderá un nuevo proyecto» (otro evento bastante común, sobre todo si no se
especifica nada sobre el mencionado proyecto). Cualquier afirmación de este
tipo será aceptada por la víctima
sin ninguna dificultad.
Para realizar una efectiva lectura en frio, el psíquico debe de
reunir una serie de cualidades.
Por supuesto, debe tener un buen sentido
de la observación y un buen juego de
palabras. Nunca deberá aceptar que ha cometido un error de predicción, sino
que tratará de esconderlo hasta donde pueda. En la mayoría de los casos, el
truco consiste en llevar al sujeto a un campo donde no pueda verificar la
veracidad o falsedad de la afirmación hecha por el adivino. En resumen, usará
en su desempeño la dramatización y el empleo de frases evidentes, ambiguas e imposibles
de verificar.
Uno de los elementos cruciales para conseguir una buena lectura en frío es que el
sujeto sea crédulo y esté ansioso por encontrar conexiones entre las palabras
del adivino y sus propios recuerdos y vivencias. De esta forma, la víctima
interpretará afirmaciones vagas que apoyen las supuestas predicciones del
adivino. Puesto que la mayoría de dichas afirmaciones son positivas y
halagadoras, es fácil conseguir que la víctima coopere y proporcione al adivino
los datos necesarios para reafirmar los supuestos «poderes» del psíquico.
El proceso de la lectura en frío ha sido tan claramente puesto al
descubierto que incluso el psicólogo Michael Shermer, editor de la revista Skeptic,
llegó a publicar el decálogo de cómo convertirse en un buen vidente, en
el que critica con gran ironía este tipo de prácticas.
Aquí puedes ver cómo el mago James Randi explica el verdadero
funcionamiento de los poderes psíquicos:
Dicho todo lo anterior, es innegable que una inmediata duda nos asalta.
Si la lectura en frío no es más que un simple engañabobos fácilmente
refutable, ¿cómo es que tanta gente parece caer en sus redes? A juzgar por el
número de anuncios de supuestos psíquicos y videntes en los medios de
comunicación, se podría incluso pensar que se trata de una industria
floreciente.
El efecto Forer: halágame y acertarás
Uno de los factores que nos ayuda a explicar la aparente ingenuidad y
credulidad del gran público es el llamado Efecto Forer.
El Efecto Forer, también llamado falacia de la validación, es el
hecho corroborado de que las personas dan altos índices de acierto a
descripciones de su personalidad que en teoría han sido realizadas específicamente
para ellos, pero que en realidad son afirmaciones vagas y generales que se
pueden aplicar a un amplio espectro de personas.
Esta es, por ejemplo, la base a la hora de confeccionar los horóscopos
que aparecen en muchas publicaciones de la prensa escrita.
El nombre viene de los estudios del psicólogo Bertram R. Forer. En
1948, el profesor Forer realizó un sencillo experimento. Les
entregó a sus alumnos el resultado de un supuesto análisis de personalidad que
había realizado para cada uno de ellos. Luego les pidió que puntuaran el
análisis según lo acertado o no que hubiese sido. Las puntuaciones fueron
sorprendentemente altas en todos los casos. Entonces el profesor Forer reveló
el secreto. En realidad, les había entregado a todos los alumnos el mismo
texto, que no era más que un pastiche de distintos horóscopos sacados del
periódico.
Para que el Efecto Forer ocurra, son necesarios dos factores
primordiales.
Por un lado, las descripciones dadas al sujeto, además de ser
necesariamente vagas, deben hacer hincapié en los rasgos positivos del
mismo.
Segundo, el sujeto debe creer en la autoridad de la persona que
está realizando el análisis. El sujeto, ya predispuesto a priori a creer en la
descripción, leerá la misma aplicándole su propio significado subjetivo, y
percibiéndola como «personal».
Diversos estudios han demostrado que el Efecto Forer es bastante
universal, pues se ha observado en personas de diferentes culturas y regiones
geográficas. También se ha comprobado que las personas con creencias en lo
paranormal son más susceptibles al Efecto Forer. Pero incluso personas
escépticas al mundo de lo esotérico muestran también la tendencia a aceptar como personales descripciones
vagas, siempre que estas sean halagadoras.
Es lo que se llama un sesgo cognitivo.
En este caso, el sesgo consiste en que la persona acepta como propios los
atributos positivos, mientras que rechaza de plano los negativos.
Los sesgos cognitivos son algo inherente a la forma de funcionar del
cerebro humano. Nuestros cerebros están
programados para buscar coincidencias, para estableces procesos de causa y
efecto, para de esta forma desentrañar patrones que nos ayuden a comprender el
entorno en el que vivimos y aumentar nuestras posibilidades de supervivencia.
Resulta lógico pensar que siempre sería conveniente saber de antemano de donde
puede venir el peligro para así poder evitarlo. El problema es que a menudo
vemos, o pensamos que existe, una relación causal, cuando en realidad se trató
de una simple coincidencia.
Por otra parte, los seres humanos tenemos la tendencia innata de
filtrar los datos que nos llegan, para quedarnos con aquellos que coincidan con nuestros conceptos previos
y nuestra forma de pensar. Es lo que se llama un prejuicio cognitivo. Por eso aceptamos, e incluso creemos, las
palabras de los políticos que comparten nuestra tendencia ideológica, mientras
que desconfiamos de lo que dicen los demás. De igual forma, aquellos que creen
en la existencia de poderes psíquicos, creerán lo que un supuesto adivino les
diga, pues ya están predispuestos a ello.
Esta forma de trabajar del cerebro humano tuvo, sin lugar a dudas, un
gran valor como elemento positivo para garantizar la supervivencia de la
especie. Un comportamiento que resultó favorecido y reforzado por la selección
natural a lo largo de miles de años.
En el mundo actual, por desgracia, esta particularidad de nuestros
cerebros permite que gente sin
escrúpulos se llenen los bolsillos a costa de la credulidad y la ingenuidad
de otros.
Un sano escepticismo siempre será un escudo útil frente a este
tipo de argucias.
Referencias:
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